viernes, diciembre 10, 2010

HUNDÍRSELO EN EL VIENTRE


Cuando él se cree ganador, ella le cree propio, de nadie más, y sonríe pese a la sangre, porque finalmente él y no otro, un cualquiera, ha sido quien ha decidido acabar con la representación de una vez por todas. Y concluye que si en verdad él debe ser suyo, no tiene otra que agarrar uno de los listones de madera que hay desperdigados por el suelo, y, en el momento que él se abalanza y le agarra del pelo, hundírselo en el vientre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La voz de los prisioneros, aquí: